lunes, mayo 13, 2013

Mapuche le pusimos a la perra, capaz que porque era la más india de las dos o porque siempre buscamos ocasión de recordar los pueblos de la tierra. A la otra le pusimos Sombra, porque del susto que tenía cuando llegó no se despegaba, parecía nuestra sombra. Después se sumó Zamba, para que la música y el folclor no falten. Qué importa, no? a nosotros nada más, capaz, pero lo que pasó el otro día es bastante interesante.
Como cualquier perro de vecino, no las jodas cuando están comiendo. Uno de los pocos motivos de pelea es que una acerque su hocico al plato de la otra. Furia instintiva, el estómago no se toca.
Mapuche tuvo cachorros. 7. Y el padre suponemos que fue uno que es un mastodonte así que vienen creciendo duro y parejo y a Mapuche se le ven las costillas. La consumen, y le damos de comer el triple pero no le alcanza, así que el otro día, cuando iba por la mitad de su plato lo dejó, se acercó al plato de Zamba, comió un poco, se acercó al plato de Sombra, agarró su cuota por maternidad y volvió a su plato. Las otras, simplemente, se corrieron mientras la madre agarraba lo que necesitaba. Civilizados los bichitos. Creo que una de las mayores enfermedades de las personas es que nos cuesta compartir. Desde los que salen con cacerolas porque no quieren seguir compartiendo el país de los planes sociales que no los deja  acumular en dólares hasta, por ejemplo, los imperios (por supuesto, incluidos los yankis) que nunca quisieron compartir los recursos valiosos con los países dueños de esos recursos..que es una forma de no querer compartir el mundo. Partir el pan. El mundo alcanza para todos, pero cuando menos del 10 por ciento de la población tiene la riqueza del otro 90, se transforma, como diría Rafael Correa, en el peor de los mundos posibles. Esta desigualdad maleducada es violenta, y es lógico que despierte violencia. Los ricos hace tiempo que comen del plato de los pobres, aunque estén dando de amamantar. En fin, ojalá fuéramos tan humanos como nuestras perras.