sábado, marzo 25, 2006

Flores que brotan de las piedras


Otro lo ayudó a calzarse el tubo. Se puso la máscara y comprobó que hubiese sellado. El casco arriba y levantar la mirada, tratando de ver la realidad a través de ese visor sucio. Todo palpitaba en rojo por las luces giratorias de la autobomba. Escuchaba los soplidos secos de su tubo y el de sus compañeros cada vez que expiraban. Adivinando el piso avanzaron entre los muebles quemados, el calor, el techo que goteaba agua tibia, las sombras negras que bailaban según las linternas.
El aire fresco de la noche es un alivio. No hay más víctimas, a juntar las cosas.
El oficial más hijo de puta de todos habló en la autobomba, cuando volvían.
- Me asusté. En un momento pisé una muñeca y pensé que era un bebé.
Todos lo miraron con sus caras sucias de hollín, en silencio y entendieron perfectamente su temor. Parece que el oficial también tiene sentimientos.