lunes, marzo 27, 2006

Creer o reventar

Hace mucho tiempo hubo, una chica, que después de misa empezó a gritar. Parece que era costumbre que se arrancara los rosarios del cuello. Los que escucharon sus gritos dicen que helaban la sangre. Cuando se ponía así el pelo negro le tapaba la cara y su mirada que a veces se entreveía era oscura, y de un odio profundo. Parecía querer matarte.
La llevaron con los sacerdotes, que en ése entonces eran dos. El mayor le puso las manos sobre la cabeza y ella comenzó a temblar. Con la mirada encendida comenzó a repetir con una voz gutural "tu mano me quema"... de golpe dejaba de decirlo y luego volvía a repetirlo una y otra vez. Después de un rato le recomendó que fuera al otro día a confesarse y participara de la misa. Así lo hizo, y dicen que no volvió a arrancarse los rosarios.
Esa noche mientras se servían un café, el cura comentó.
- Los momentos en que decía que mi mano le quemaba eran exactamente los momentos en que rezaba para adentro, sin ni siquiera mover los labios. Cuando dejaba de rezar dejaba de temblar y de hablar.
El otro lo miró y levantó las cejas. De golpe tuvo fe.
- Me pasás la azucar?
- Si

2 Comments:

Blogger edumangia said...

Es-pe-ta-cu-lar. Lo mejor es el final. ¿Nuestra vida es un poco así, no es cierto? Pasamos con una increíble velocidad de esos momentos en que se descorre del velo que oculta una realidad más profunda... a hablar sobre eso mismo con unos bizcochitos de grasa y un mate de por medio.

abril 03, 2006 7:29 a.m.  
Blogger Juan Ignacio said...

totalmente. o vamos al quilombo escuchando los piojos, salimos del quilombo y nos ponemos los auriculares de nuevo, como si no hubiera pasado nada. asi nos queda la psique, tambien, no? jajaj abrazo hno

abril 07, 2006 2:44 p.m.  

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