lunes, octubre 13, 2008



Principios del 1900, calle Lavalle, Capital Federal.

Suena el llamador de la puerta cuando empuja el hombre gris. Normalmente la campanita lo habría llamado desde el taller, pero esta vez el artesano está sentado tras el mostrador, esperando.
Mientras el cliente avanza el artesano juega a adivinar. La fortuna que tiene es propia, no heredada, porque camina como un obrero, pero el traje no podrían comprarlo veinte obreros en media vida. No es un traje nuevo, pero está bien mantenido, costumbre de gente que le supo faltar, tal vez sea inmigrante. Es extraño que haya entrado sin sombrero, probablemente lo haya hecho con otro sombrerero y no quiera ser descortés, lo dejó en el Cadillac estacionado afuera. Si se le hubiese roto, o el traje fuese nuevo y le estuviera buscando galera (obviamente no querrá sombrero bombín) hubiese salido con otro traje de su casa.. no, ese traje ya tiene su galera, y probablemente la haya cuidado también por lo que no querrá una nueva, y si no nació rico no querrá dos. Los pobres antes de tener dos, regalan. Va a querer galera negra, aterciopelada quizás, talle 42. Por qué no azul? no es su estilo.
- Buenas tardes- dijo con acento
- Buenas tardes- respondió mientras se levantaba, ya entrado en años.
- Ando buscando una galera negra.
De los muchos sombreros de todo tipo tomó uno casi sin mirar y lo ofreció.
- Qué le parece esta?
Se la probó.
- Es perfecta- y sin dar muchas vueltas, pago el precio.
El artesano sonrió. Cuanto más entraba en años más le gustaba jugar a adivinar, más le gustaba ganar, y más seguido ganaba.
Iría con él a muchas fiestas, eventos y velorios. Saludaría infinitas damas con ella y siempre se la sacaría al estar bajo techo. Era un caballero, eran otras épocas.
Y, alguna vez, tendría una hija, que tendría otra hija que, a su vez, tendría otra hija.

Principios de 2000, Av. Libertador, zona norte del Gran Buenos Aires.

Suena la llanta de un auto al frenar y clava la mirada en el ruido. Atrás del auto frena una moto y detrás otro auto hace chirriar las gomas hasta humear. Delante del primer auto sale caminando un perro muy idiota que casi mata por lo menos al de la moto.
Sacude la cabeza desaprobando la decisión del que arriesgó vidas de personas por un perro idiota.

falta, después sigo...
Bueh, la hago corta, el perro era de una nena, a la vuelta, y como cumplía años ofreció un par de trucos de magia... no tenía galera, carta de presentación de un mago, sobre todo para chicos, asi que consiguió una por 3 pesos en una casa de cotillón. Finalizado el acto, regaló la galera.
Al otro día toca timbre la madre.
- Esto era de mi abuelo..- ofrece una galera- gracias por la generosidad.
Se da cuenta de la antigüedad y el valor de esa galera.
- Gracias

Y así fue como por primera vez en la historia, en vez de salir un conejo de la galera, salió una galera de un perro..

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Excelente relato amigo.
La vida trae sorpresas.
G.A.D.

diciembre 26, 2008 5:06 a.m.  

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