jueves, junio 15, 2006

Casualidades, dicen


La mujer abrió bien los ojos y miró hacia los costados. Nadie parecía darse cuenta de lo que le pasaba, cada una seguía atenta a su té y a alguna conversación. El corazón le galopaba en el pecho, sintió la desesperación de que el aire no entrara y comenzó a golpearse el pecho, se levantó volcando su taza y todas comenzaron a hablarle, alguna gritó algo de una ambulancia, otra le golpeó la espalda, fue hacia la ventana cerrada como buscando instintivamente más oxígeno, pero sabiendo que era inútil; el aire no estaba entrando, no podía ni toser, ni gritar, ni decir que sentía que se moría y que tenía miedo y que habían sido buenas amigas... que final horrible... vio que desde la cocina la hija de la dueña de casa soltaba un repasador y corría hacia ella, la rodeó por la espalda y empezó a apretarle la panza hasta que de golpe algo se movió en su garganta y tosió escupiendo la maldita medialuna... aspiró una bocanada desesperada de aire, tosió y por un segundo quiso estar sola y llorar porque había sentido que se moría. Tosió mirando hacia abajo más de la cuenta porque no podía recuperarse del susto... Cuando vio de nuevo a la hija la abrazó temblorosa y no le alcanzaron las palabras para agradecerle.
Intentó agradecerle por haber salvado su vida los meses siguientes enviándole flores y más flores.
Lo misterioso fue que la hija de la dueña de casa había aprendido esa maniobra para desobstruir vías aéreas en un curso la semana anterior.
(Homenaje a Virginia Pigretti)

2 Comments:

Blogger hna. josefina said...

¡Muy bueno! Ahora nos lo enseñaste a nosotros. Quién sabe, algún día nos puede ser útil.

junio 17, 2006 4:58 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

No lo ignoraba, pero mientras más se sepa capaz que nos salve alguno a nosotros. Gracias. Me gusta lo que escribes :)

septiembre 19, 2006 8:06 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home