viernes, junio 02, 2006

Momentos que no se olvidan


Encendió un fósforo y con él la hornalla. Primero de enero, hora de la siesta, solamente el sonido del televisor desde el comedor. Le gustaba mucho, por momentos, esa soledad...
El teléfono se empezó a mover. Número desconocido.
- Hola- se sentó en un banquito que había en la cocina y miró la llama azul- sí, no hay problema... lo que no tengo es auto, en este momento se los llevaron los otros sacerdotes... tiene que venir por panamericana, bajar en 202, cruzar e ir hasta el 700, ahi va a aparecer la parroquia de mano derecha...no, no hay por qué.
Con el teléfono en la mano esperó que hirviera el agua, preparó el té y fue a recostarse en el sillón frente al televisor hasta que sonara el timbre.
Cuando sonó, buscó en su cuarto un libro y un frasquito que contenía algodón con aceite para ungir enfermos y salió.
Dos chicas jóvenes con un hermano. Eran los nietos. Se acomodó en la camioneta y habló poco. Por lo general no le interesaba caer bien, sino hacer bien su trabajo. Hablaba más cuando se quería divertir, pero el día estaba nublado y era primero de enero. Una unción a alguien que se está muriendo muy pocas veces es divertido.
La clínica quedaba lejos, pero por la ruta fue rápido. Cuando llegaron el día parecía haberse vuelto más gris. El estacionamiento estaba casi vacío. Subieron en silencio por el ascensor y arriba esperaba el abuelo, que les agradeció emocionado por haber traído un cura. Saludó al cura a la antigua: estrechando fuerte la mano, mirando a los ojos, tratando de usted.
Avanzaron por el pasillo limpio y silencioso de la clínica y llegaron a la abuela. Muchos aparatos que hablaban del estado de su corazón y de que se estaba muriendo. La familia con mucho respeto alrededor de la cama, lágrimas sinceras. Aunque una unción puede ser fea, esa le pareció linda.
Cuando salieron el abuelo lo acompañó hasta el ascensor.
- Hace 65 años que estamos juntos- dijo con los ojos llorosos.
- Se acuerda el día que la conoció?-
Se le iluminó la cara- Sí, fue un 9 de julio, a las 9 de la noche, en un bar.
Sonrió por toda respuesta y lo saludó a la antigua: estrechando fuerte la mano, mirando a los ojos, tratando de usted.