viernes, abril 28, 2006

La paz.

Hacía mucho tiempo que no iba a la capilla de la parroquia donde se había criado. Ahora volvía como cura, y mientras avanzaba los recuerdos se daban vuelta a saludarlo con una inclinación de cabeza. Seguían ahí, mudos. Mucha gente se había ido desde aquel entonces, otros quedaban, como en todo.
El pasado nos conforma. Lo que hicimos y dejamos de hacer nos conforma. Somos quienes somos por lo que amamos o amamos alguna vez, por lo que nos apasiona. Las personas nunca se van de donde pasaron. Y a veces nunca se van de nuestro presente. Ojalá, que algunas personas nunca se vayan, de nuestro presente.
Un amigo estaba especialmente contento de verlo, era el que lo había invitado para celebrar esa misa aniversario. Se fue encontrando con otros, buscó con la mirada algunos que aparentemente ya no venían, y sin querer vió una sombra, en el fondo. Era de noche y la misa era al aire libre por lo que no todas las zonas estaban ilumindas, cuanto más lejos del altar menos luz, pero lo reconoció. Y aunque ya había comenzado la misa y esa persona, le constaba, se había vuelto muy religiosa, estaba fumando. Cuando la brasita se acercaba a la cara se encendía especialmente para volver a bajar con el vaibén del brazo. Las pitadas eran bastante seguido y también caminaba, de una punta a la otra, siempre allá en el fondo. Parecía nervioso y a decir verdad, al cura tampoco le agradaba su presencia. Aquel hombre había peleado con su padre y lo había desalojado. Más allá de la deuda y la justicia lo doloroso es que habían sido amigos.
Era realmente muy molesto estar celebrando misa con esa brasa allá en el fondo. Parecía incoherente estar celebrando una cena de amigos y hermanos con un enemigo del padre, transformado en enemigo propio. Más todavía si el padre está muerto, y la cosa parece ya irreconciliable. Enemigo para siempre, en honor de mi padre.
Sabía que todo lo que dijera esa noche no incluiría la palabra "perdón", para no mentirle a la gente.
"Si cuando estás por presentar tu ofrenda, un hermano tiene alguna queja contra ti, ve, reconcíliate con tu hermano y luego presenta la ofrenda" esas palabras le pesaban, pero sabía que Dios lo perdonaría, dadas las circunstancias.
Sin embargo, en algún momento se imaginó a su padre. Su padre no en el pasado, sino en el presente. Su padre vivo, y cómo vería él al hombre del fondo, y qué haría él esa noche, por lo que caminó entre la gente durante el saludo de paz, se fue hasta allá, el otro lo miró, se quedaron un segundo en silencio hasta que el cura dijo:
- La paz de Jesús- y extendió la mano.
- La paz- respondió, y la estrechó.

4 Comments:

Blogger edumangia said...

As always, pectacular. Muy buenas historias, porque son humanas, porque uno está ahí cuando las lee. Nunca como cuando te leo tengo esa sensación de que no leo tipografías en la red, sino que estoy hojeando un cuaderno escrito a mano, con tachones, agregados, fotos, etc... es una escritura viva.

abril 29, 2006 9:21 p.m.  
Blogger Juan Ignacio said...

Gracias Edu, un honor tal opinion de tu parte!
abrazo

abril 29, 2006 11:38 p.m.  
Blogger Semilla said...

Me gustan tus historias, y la sorpresa de ¿en que orden las encontreré?... Esta en particular me puso la piel de gallina por la emocion, preciosa! ;D Cariños

junio 18, 2006 9:44 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Sos un grande. P.

abril 09, 2008 4:41 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home