domingo, marzo 30, 1997

Una vieja historia

Acababa de improvisar un techo... el padre de ella se había ido ese fin de semana y en la casa sólo quedaba lo inmóvil de las persianas cerradas, hasta que llegaron. Prepararon unos mates, porque venían de cenar en un cumpleaños. Había una angustia oculta. Una necesidad de comunicarse más allá de las palabras que son tan torpes para expresar al alma que a veces quiere desbordar. La noche convertía su muerte en madrugada. La luz entraba desde la cocina iluminando la semipenubra donde estaban, por lo cual, lo que más resaltaba de sus expresiones era el brillo de sus ojos.
Luego de pensarlo un momento, él preguntó:

- ¿Qué ves en mis ojos?- hace tiempo notaba que los demás veían en él cosas que no eran. Sabía que ella no le mentiría.

- Veo un tipo que se dio mucho... pero está triste. Cuando te conocí me pareciste muy bohemio. Tenés mucho adentro, y a veces más de los que mostrás o puedo ver... pero renegás de vos mismo.-
Intentó meterse adentro y compartir eso.

- Pasé por mucho, quise ser de todo y dejé todo... y de todo eso no me quedó nada- hizo una pausa- no supe terminar nada, siempre empezando, como si lo que buscara fuera solamente buscar, ¿sabés? de chico leía una historieta sobre un guerrero antiguo, "el errante" le decían y se cruzaba en las vidas de otros, encontrándose con situaciones en las que se involucraba por un tiempo para después seguir errando, los caminos lo arrastraban y estaba curtido de experiencias. Mantenía una nobleza silenciosa, porque siempre era desconocido... pero una noche se dio cuenta de su pobreza, cuando después de ayudar a tres hermanos, guerreros también, llegó el momento de despedirse: a uno lo esperaban sus ejércitos y el rey para el que combatía... al otro lo esperaban sus navíos, sabiendo que su tumba sería de sal... y la tercera volvía para encontrarse con su caballo y su grupo de amazonas; ¿él? sólo tenía tierra... tierra de los caminos que lo poseían, el precio de su libertad. Esa tierra es la nada que representa en mi vida lo que busco, a lo que siempre vuelvo, y lo que me queda de lo que ví, amé y sufrí. ¿Sabés? de chico amaba ese personaje, me parecía lo más místico que conocí, lleno de sabiduría y palabras llenas. Creo que hasta soñaba con ser como él, y sin darme cuenta me convertí en otro errante. Y tener su tierra ahora me pesa - desconoció su emoción al contarlo - tengo miedo de no haberme comprometido... de que mi larga bohemia sea solamente un prolongado escape; además, el asombro empieza a enfriarse en mí, (como un mate que se deja esperando) y los caminos van a dejar de ser desconocidos alguna vez. -

Buscó una esperanza, quiso aprovechar el despegue, sintió el silencio de ella como un vacío suplicante o comprensivo e intentó ocuparlo con algo que sirviera.

- Descubrí algo en todo este tiempo: hay una alegría interna, un estado pleno, algo que sólo se reconoce desde adentro o en los ojos... en lo que cada hombre es cuando lo entrega: está en los bomberos con cara de ceniza cuando vuelven de un incendio... está en los monjes cuando lograron levantarse otra vez con las campanadas antes de que amanezca y caminan, muertos de frío hacia el oratorio... está en los pilotos cuando las hélices dejan de aletear y pisan tierra con el cielo aun en sus sonrisas de piedra, está en los médicos de guantes ensangrentados que escuchan nuevamente el latido de un corazón. En los fotógrafos cuando empiezan a ver bajo una luz roja la imagen que creen haber creado, en los escritores cuando la inspiración los abandona, y supieron aprovecharla aunque sea por unas páginas, en los albañiles que limpian sus herramientas agotadas de sol. Y yo no sé dónde encontrarme, tengo terror a quedarme, y miedo de ser plenamente feliz con ese terror y cargarlo, cada vez, en una mochila, para seguir caminando, buscando .-
Dejó de hablar, y los pensamientos rebotaron en las paredes, perdiendo fuerza, como murciélagos torpes.